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TRIBUNA
enero 2016

Liderazgo Lingüístico: cuestión de palabras

Carlos Capacés,
Director de Formación de The Human Talent Factory

 
Carlos CapacésUn líder invierte gran parte de su tiempo hablando, diciendo y usando las palabras. Ya sea cuando da consignas, cuando valora la calidad de un trabajo, cuando pide ejecutar algo, cuando da feedback a alguien, cuando transmite un plan de acción o cuando intenta gestionar un conflicto. En definitiva, cada vez que se comunica con los demás utiliza palabras.
Todo aquello que dice un líder, dependiendo de las palabras que decida utilizar o que esté habituado a utilizar, provoca básicamente tres consecuencias importantes: puede cambiar la percepción de los demás, llegar a modificar las emociones de los demás y configurar las acciones de los demás.
Es indudable que pensamos con palabras y, dependiendo de las palabras utilizadas, así será nuestra percepción de la realidad, de nuestra realidad. Por lo tanto, lo que nos jugamos cuando utilizamos las palabras desde el balcón del liderazgo es mucho y también nos jugamos mucho cuando decidimos no utilizarlas, porque no comunicar es simplemente imposible.
Cada vez que un líder hace una afirmación o una declaración, cada vez que emite un juicio o realiza una promesa, una petición o una oferta, utiliza palabras para ello. Y debemos ser conscientes de que el lenguaje no es en sí mismo inocente. El lenguaje pierde la inocencia en el mismo momento en que buscamos palabras en nuestra realidad y ésta no siempre, casi nunca, coincide con la realidad de quienes nos rodean.
El lenguaje no es inocente porque el lenguaje, además de ser descriptivo de las situaciones que queremos compartir con los demás, es sobre todo generativo de nuevas situaciones, de nuevos mundos y de nuevos universos de los que, por ser sus creadores, somos responsables. El lenguaje, al emplearlo, es creativo de escenarios que nos pueden acercar a nuestros interlocutores o nos pueden alejar de ellos, condicionando así la calidad del proceso de nuestras comunicaciones interpersonales.
Las palabras que utilizamos en nuestra comunicación con los demás pueden limitar nuestras relaciones interpersonales o pueden extender esas relaciones, ampliándolas y enriqueciéndolas. Somos seres lingüísticos y el equilibrio y coherencia que sepamos mantener entre el cuerpo, las emociones y el lenguaje, nos permitirá proyectar y contagiar a los demás nuestra identidad interior. Si en nuestro cuerpo (emociones y lenguaje), hay tensión, proyectaremos y contagiaremos de tensión a nuestro entorno. Si, por el contrario, en nuestro cuerpo hay serenidad, proyectaremos y contagiaremos serenidad a las personas con las que nos relacionemos.
El desarrollo de nuestro liderazgo lingüístico facilita el incremento de nuestra caja de herramientas, adquiriendo y ampliando recursos que contribuyen a mejorar nuestros comportamientos asociados al lenguaje, para ser percibidos más inspiradores, por un lado, y, por otro lado, más desarrolladores, más orientadores teniendo en cuenta el lenguaje utilizado.
Formular preguntas poderosas y diseñar las conversaciones a mantener con nuestros interlocutores, son habilidades imprescindibles para garantizar nuestro rol como líderes orientados al desarrollo, crecimiento y mejora de nuestros colaboradores.
Utilizamos nuestro lenguaje para describir nuestra realidad, para explicarnos y para comprender nuestra realidad. Si no cuidamos, nutrimos y elegimos nuestras palabras, nos comunicamos con menos eficacia. Cuando se empobrece nuestro lenguaje, se empobrece nuestra inteligencia. El Liderazgo también (sobre todo) es cuestión de palabras, de palabras que importan.

Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente.
Ludwig Wittgenstein
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