Revista digital
TRIBUNA
septiembre 2022

En tiempos de escasez, mente de abundancia

Fernando Botella,
CEO de Think&Action

 
Fernando BotellaEncender el televisor para ver un telediario, escuchar la radio, ojear un periódico impreso o navegar por un diario digital para enterarse de las últimas noticias es, cada vez más, un ejercicio solo apto para valientes o amantes del masoquismo. Inflación disparada, crisis energética y económica, guerra en Ucrania, coletazos de la Covid-19… Se diría que la escasez es la palabra que mejor define esta época convulsa y llena de incertidumbre. Escasez de dinero, de recursos, de proyectos y, en muchos casos, hasta de ilusión. ¿Qué podemos hacer para afrontar un panorama sobre el papel tan poco halagüeño? Una cosa principalmente: Responder ante tanta escasez con una buena dosis de abundancia.
Sí de abundancia. Aunque no entendida en el sentido material del término, sino como una determinada actitud ante la vida. La abundancia es un estado de ánimo que nace en nuestra mente. Es una forma de relacionarnos con la realidad que todos podemos escoger. Porque la buena noticia es que, por mal que se presenten los acontecimientos presentes y futuros, siempre estará en nuestra mano elegir el modo en que nos tomamos esos sucesos. Y la mejor forma de hacerlo es a través de una mente de abundancia.

Una mente de abundancia nos es aquella que trata de ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío, sino la que se ocupa de cuestionarse y hacer lo posible por llenar el vaso. No se trata de negar la realidad ni de practicar un optimismo necio, invocando a los astros para las cosas no salgan mal (pueden salir mal y, de hecho, lo hacen a menudo). Se trata de adoptar una posición optimalista, que básicamente consiste aceptar las cosas tal como vienen y hacer acopio de todas herramientas que están a nuestro alcance para tratar de revertirlas, mejorarlas o imprimirles una nueva dirección.

Tener una mente de abundancia es el primer paso para lograr que nuestros objetivos profesionales, personales, se acaben materializando.
Una mente de abundancia no se limita a poner al mal tiempo buena cara y desear con todas sus fuerzas que la suerte nos favorezca. Una mente de abundancia pone los medios para que las cosas nos favorezcan, que es diferente. Es decir, no basta con tener una visión positiva del futuro y aguardar su llegada. Hay que prepararse y trabajar duro, poner todos los medios a nuestro alcance para asegurarnos, en la medida de lo posible, de que ese objetivo que deseamos conseguir suceda.

Por esa razón, en momentos de escasez es cuando más hay que incidir es aspectos como el crecimiento profesional o la formación para desarrollar nuevos talentos que agreguen valor a nuestro perfil profesional. Es cuando más audaces, imaginativos y emprendedores necesitamos ser. Y es cuando más impermeables debemos mostrarnos ante los reveses que el ecosistema nos ofrece. Hay que ser resilientes y pacientes, seguir insistiendo con nuevas propuestas y proyectos. Insistir, repetir, perseverar, entrenar, serían algunos de los verbos que caracterizan una mente abundante.

Una mente de abundancia es una mente con mirada positiva, que no deja en ningún momento de crecer, buscar y encontrar nuevas oportunidades.

Lo primero que necesitamos para trabajar desde la mente de abundancia es aparcar cualquier tentación de dejarnos llevarnos por desánimo general. Una tentación cuyo principal instigador será nuestro propio cerebro. Y es que la mente humana tiende a la precaución por naturaleza como una forma de autoprotección. Pero esa es una trampa peligrosa, especialmente en tiempos de alta incertidumbre como los actuales, porque cuando la precaución excede determinados límites y entra en el territorio de la escasez, el resultado es miedo, inmovilismo y pérdida de oportunidades.

Frente a esa tendencia al pesimismo innecesario, una mente de abundancia nos va a situar siempre en una posición de ventaja. En primer lugar, porque, en medio del letargo general nos mantiene despiertos y alerta a las oportunidades que puedan surgir. Y, en segundo lugar, porque nos ayuda a interpretar correctamente los cambios en el entorno para adaptarnos mejor a ellos.

Para lograr esa ventaja competitiva es muy importante que hagamos el esfuerzo diario de salir de la espiral de los pensamientos negativos, ya que estos no ayudan a la consecución de ninguna meta. Es necesario tener identificadas las amenazas y las propias carencias y debilidades, sí, pero no para quedar atrapados en ellas sino como punto de partida para superarlas.

La autoestima es sometida a continuos exámenes en estos periodos complejos, y es imprescindible que los superemos. El lenguaje que empleamos en nuestras conversaciones con nosotros mismos, en ese incesante diálogo que tiene lugar en el interior de nuestro cerebro, también es fundamental. Conviene huir de la queja, la autocompasión o el reproche, y regalarnos a nosotros mismos el crédito que merecemos. Debemos querernos más que nunca, poner en valor nuestras capacidades y celebrar nuestros logros; pero sin perder ese punto de autoexigencia tan necesario para la superación personal.

Por último, una mente de abundancia es una mente de acción. Será imprescindible convertir esas visiones en objetivos concretos, realizables y calendarizados. Trazar una estrategia y ponerla en práctica.
Así, cuando el resto del mundo deje de caminar con la cabeza gacha y levante por fin la mirada, estaremos esperándoles con una gran sonrisa.
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