Los criterios ESG o crecer desde la ética y la responsabilidad
Mariano Zúñiga Roger,
Responsable de Comunicación y Marketing de Up Spain
“Crear un negocio fuerte y construir un mundo mejor no son metas contradictorias: ambas son ingredientes indispensables para el éxito a largo plazo”. Estas palabras de William Clay "Bill" Ford, Jr, presidente ejecutivo de Ford Motor Company, sirven como arquetipo que evidencia la base en la que ha de sustentarse el modelo de emprendimiento de hoy en día. Porque no nos olvidemos de un tema crucial: la mejor forma de generar beneficio es aumentar el valor de nuestra empresa. Y este depende de la percepción que tengan de nosotros, de lo que nosotros hagamos por la sociedad en la que se desarrolla la actividad.
El beneficio fluye en paralelo con una forma de hacer que mejore la sociedad y respete el entorno. Y no se trata de simples palabras, de conceptos llenos de sentido y vacíos de contenidos. Las empresas, con su poder económico y social, tienen hoy la obligación de contribuir a hacer un mundo mejor. Y no intentarlo va a ser perjudicial para el mismo negocio. Todo ello se recoge en los criterios ESG, tradicionalmente aplicables a las grandes compañías, pero cada vez más asentados también en las PYMEs.
¿Qué son los criterios ESG?
Valor social, ética en el desarrollo de la empresa y apuesta por la sostenibilidad son la entente de las buenas prácticas empresariales. La sensibilidad ciudadana hacia la responsabilidad social corporativa puede hacer que una mala práctica, una equivocación o falta de delicadeza en una acción corporativa determinada, eche por tierra años de trabajo. En cinco minutos se puede acabar con veinte años de construcción de la buena imagen de una compañía. Y de esto son muy conscientes los inversores.
Por eso, desde hace ya muchos años se tienen en cuenta las consideraciones éticas para invertir en una compañía. Ya en los años 60 del pasado siglo, la inversión socialmente responsable germinó en un grupo cada vez mayor de inversores que excluía incluir en sus carteras aquellas empresas que realizaban acciones moralmente dudosas o que se apoyaban en regímenes políticos discriminatorios. En aquel entonces, la implicación de algunas compañías con el régimen de Apartheid sudafricano hizo que muchos inversores decidieran evitar su inversión en ellas.
Con el paso de las décadas, la llamada inversión socialmente responsable se fue convirtiendo en un hecho consumado, prácticamente en una obligación. Importaba, por supuesto, ganar dinero, pero no menos importante era el cómo se ganaba. De ahí surgieron los conocidos como criterios ESG, unas siglas en inglés con un significado muy clarificador.
Environmental: Asociado con el medio ambiente. Exigen que las empresas tomen decisiones a partir del respeto al entorno natural.
Social: Se centra en todos los elementos sociales. Los derechos humanos, la diversidad, la inclusión o la sanidad han de estar en el centro de las actividades de la compañía.
Governance: El gobierno interno ha de estar sustentado en la toma de decisiones éticas que beneficien al conjunto de la sociedad.
En el fondo, con las siglas ESG estamos refiriéndose a lo que tradicionalmente se ha denominado inversión socialmente responsable. Pero cambia un aspecto que lo hace relevante. Si hasta hace poco que las compañías se preocuparan por esos criterios se veía como una tendencia favorable para alcanzar las inversiones, hoy se puede decir que es casi una imposición. Uno de los primeros aspectos que tienen en cuenta los inversores en el momento de tomar la decisión es que la empresa en que invierten cumpla requisitos socialmente responsables. No hacerlo es perder la oportunidad de crecer.
Y no solo eso. La ley demanda que las empresas más grandes ofrezcan información transparente sobre los aspectos no financieros. En concreto, en España, la Disposición Transitoria de la Ley 11/2018 exige que a partir de 2021 toda sociedad anónima y sociedad limitada con un número de trabajadores superior a 250 personas ha de elaborar un estado de información no financiera.
En concreto, y según recoge el Código de Comercio -la normativa legal que siguen las empresas- en su artículo 49.6, esta información deberá recoger cómo impacta la compañía en cuestiones medioambientales y sociales, de qué modo se respetan los derechos humanos y qué medidas se adoptan para garantizar la igualdad entre todos los empleados, evitando la discriminación en todo su ámbito de acción y la inclusión de personas discapacitadas.
Es decir, la forma en que se desarrollan los criterios ESG estará a disposición de quien desee profundizar en ella. Y por supuesto, los principales interesados serán los inversores.
¿Por qué seguir los criterios ESG es positivo para todo tipo de empresas?
Es evidente que poner en marcha criterios ESG en las empresas parte de una concienciación, pero también que supone un gasto, asumible por las grandes empresas, pero que puede generar más dificultades en las PYMEs. Sin embargo, los beneficios sociales y económicos de aplicarlas en el medio y largo plazo hacen que este esfuerzo merezca la pena sea cual sea el tamaño de la empresa.
No podemos dejar de lado que en España más del 90% de las empresas son PYMEs, que son ellas el soporte del desarrollo laboral y económico del país. Es indudable que el crecimiento de un país cuya red de pequeñas y medianas empresas es tan importante, se asienta en que las PYMEs y la sociedad caminen de la mano en una transformación cultural en la que los criterios sociales y medioambientales tengan una importancia capital.
Más allá de conceptos teóricos, cualquier tipo de empresa, tenga el tamaño que tenga, va a lograr unos beneficios considerables al medio y largo plazo si apuesta por asentar los criterios ESG en su desempeño. Resumamos algunos de esas ganancias:
- Integrar la sostenibilidad en el desarrollo de la empresa mejora la percepción de la empresa. Esto va a suponer una fuerza de atracción considerable a oportunidades nuevas de inversión externa.
- También los clientes se van a sentir atraídos por las empresas socialmente responsables. Si se sabe comunicar a los usuarios mediante las adecuadas estrategias de comunicación y marketing, los potenciales clientes van a preferir comprar los productos o servicios en una empresa que lucha por el bienestar social antes que en una que no lo hace.
- En un mercado en el que la sostenibilidad genera también negocio, seguir los criterios ESG puede servir para anticipar posibles oportunidades de negocio, estar alineados con la forma en que se comporta la sociedad en el presente y en el futuro.
- La toma en conjunto de decisiones socialmente responsables por parte de las empresas supone un beneficio global para toda la economía española. De esta manera, puede impulsar nuestro país como foco de inversión y espacio de garantía medioambiental.
La base de la aplicación de los criterios ESG es que de la solidaridad, del respeto por el entorno que todos compartimos es de donde nace el crecimiento, el éxito. Arrasar con lo que tenemos a nuestro alrededor para lograr un beneficio inmediato nos conducirá inexorablemente al fracaso a medio plazo. Porque el mayor beneficio de una empresa es lo que aporta a una sociedad, desde el punto laboral, social y económico. Gregorio Marañón lo explicó con mucho acierto: “No podrás saber lo que valgo hasta que no pueda saber junto a ti todo lo que soy”. Y los criterios ESG pueden ser la base para que todos seamos juntos un poquito mejor.