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TRIBUNA
julio 2022

Une y vencerás: cómo gestionar las emociones de tu equipo en tiempos de cambio

Toño Molina,
Dtor. de la División de Experiencias y Emociones de Watch&Act

 
Toño MolinaLas personas son el eje de cualquier proceso de transformación empresarial, por ello es esencial que como empresa escuchemos las emociones de los trabajadores con atención si deseamos tener éxito y evitar la fuga de talento. Los momentos de cambio pueden ser un factor de estrés para nuestro equipo y comprender y gestionar sus fluctuaciones emocionales es crucial para conseguir nuestros objetivos corporativos ya que, parafraseando a Belén Varela, “la felicidad es el motor silencioso de la productividad”.
En la era del dato, el área más crítica de cualquier proceso de transformación empresarial es, sin embargo, la que se refiere al cambio cultural, precisamente porque afecta en mayor medida a su activo más crítico: los empleados. El sentido de pertenencia y las dinámicas corporativas que desarrollan en su día a día son determinantes a la hora de apoyar nuestros objetivos de futuro y, en todos estos movimientos, juegan un papel primordial las emociones.


Durante la pandemia hemos observado, por un lado, un empeoramiento en la salud psicosocial de la población en general y, por otro, un aumento en la rotación de las empresas por decisión de los empleados. Esto nos demuestra que es en los momentos críticos o de cambio cuando necesitamos prestar más atención a las variables intangibles de nuestra empresa, como el posible malestar de nuestros empleados y colaboradores, en lugar de escudarse en los resultados financieros. Atender a estos comportamientos puede ayudarnos a aumentar el sentimiento de pertenencia a la empresa y, por consiguiente, a retener el talento que necesitamos.


¿Podemos conseguir nuestros objetivos de transformación empresarial sin contar con la adhesión de nuestros empleados? La respuesta corta es no. La cultura clásica, en la palabra de Julio César, nos enseñó el bélico mandato “divide y vencerás”, pero nuestra experiencia nos ha demostrado que la clave para el éxito empresarial es justo lo contrario: “une y vencerás”. El comportamiento y las acciones de nuestra plantilla dependerá en gran medida de cómo se sientan personalmente, pero también colectivamente, respecto al cambio en el que están inmersos y, en este sentido, fomentar la cohesión es clave para garantizar la tracción del cambio.


Para poder comenzar a gestionar las emociones de nuestros empleados en tiempos de cambio es necesario realizar un estudio y diagnóstico previo, llevado a cabo por profesionales, con el objetivo de establecer el punto de partida y buscar soluciones a la medida de nuestra organización. Si logramos identificar el origen de los conflictos o puntos de dolor, podremos introducir nuevas dinámicas que devuelvan la estabilidad a nuestra plantilla y la preparen para el cambio. Puede que nuestra empresa necesite una variación en el ritmo de trabajo del día a día, o que sus empleados salgan de su zona de confort evitando el encasillamiento con nuevos retos y propósitos, o que rompamos los silos que, con el tiempo, se han ido formando en cada uno de los departamentos para crear una empresa más horizontal con un propósito compartido.


Talento y compromiso

Cuando optimizamos el entorno emocional de una compañía, el talento se alinea con el compromiso. Esto tiene como consecuencia que los jefes de equipo encuentran menos fricciones a la hora de dar instrucciones, ya que estas forman parte de un consenso que va más allá de una imposición por jerarquía. Cuando todos remamos en la misma dirección, de manera cohesionada, el tiempo de consecución de las metas se reduce y esto permite conseguir mejores resultados de negocio. Además, implementar políticas que fomenten la unión y el sentimiento de pertenencia reduce la rotación de la plantilla, ya que el talento no se fuga de un entorno en el que se siente valorado.


La pandemia del Covid19 ha acelerado el cambio de paradigma hacia organizaciones más preocupadas por la salud psicosocial de sus empleados, que ya no pueden obviar que una plantilla que sufre de malestar impacta negativamente en la cuenta de resultados, y al contrario: una plantilla feliz resulta más productiva. Este viraje implica, en primer lugar, a los altos mandos de las empresas, que necesitan abrirse a nuevas políticas de dirección, basadas en el liderazgo y no tanto en la jerarquía. Solo mediante la gestión de las emociones en los entornos laborales conseguiremos enfrentarnos a los retos corporativos que cada vez son más inesperados y que requerirán una respuesta inmediata.
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