04/02/2020 · En el actual contexto de evolución tecnológica y entornos VUCA, ser un buen líder implica abrazar la innovación, gestionar el cambio, y proyectar carisma y credibilidad a los miembros del equipo. A todo eso se suma la correcta comunicación de la cultura corporativa, y la actitud que adopte y proyectes como jefe ante la plantilla.
Es por todo ello que Jaap Boonstra, profesor visitante del Departamento de Dirección de Personas y Organización en Esade en este artículo, ha identificado los cuatro estilos de liderazgo que tienen más probabilidades de instaurar con éxito una cultura innovadora en las empresas:
Los líderes emprendedores son también carismáticos porque persiguen impulsarlas ideas nuevas en las que creen. Se caracterizan por tener una gran iniciativa, motivación, y una imperiosa necesidad de triunfar. Estos líderes usan su sueño para atraer a otras personas que comparten su misma visión de futuro.
Además, a menudo son personas inspiradoras y exigentes, y como fundadores de la empresa, crean una cultura organizativa basada en sus valores y motivaciones.
Según el experto de ESADE, este tipo de jefe también se caracteriza por una mentalidad estratégica y orientada a la acción, capaz de desarrollar innovaciones disruptivas con el status quo existente.
Pero este estilo de liderazgo no sirve para todas las organizaciones. Los jefes emprendedores experimentan tensiones cuando la empresa comienza a crecer, ya que existe una necesidad de adaptación y coordinación que requiere otro estilo de liderazgo.
Se trata de un estilo de liderazgo que motiva a las personas y las transforma. Sus líderes conocen en profundidad los valores, necesidades y emociones de su entorno, y por eso tienen una gran conciencia social.
Además, desgrana Boonstra, son personas curiosas y con muchos intereses. Muestran una actitud de aprendizaje, son conscientes de sí mismas y conocen sus fortalezas y debilidades.
Los líderes transformadores saben reconocer cuándo es necesario modificar las normas establecidas, escuchan a los demás y son capaces de confiar en ellos e inspirar confianza. De hecho, este tipo de personas se erigen como un modelo a seguir por los miembros de su equipo.
Es gracias a esto que pueden surgir nuevos líderes transformacionales dentro de la organización ya que el liderazgo es una capacidad que, aunque en ocasiones es innata, puede desarrollarse y ser entrenada.
El liderazgo participativo es aquél que más en cuenta tiene las aportaciones de los miembros del equipo y el que basa su toma de decisiones en dichas aportaciones. Para hacerlo, son personas que conocen lo que es importante dentro y fuera de la organización.
Son conscientes de su entorno, tienen conciencia social y se conocen a sí mismos. Su sensibilidad ante lo que les rodea les permite ver nuevas posibilidades, y les permite conectar con las emociones y ambiciones ajenas.
No solo eso. Los líderes participativos son capaces de dirigir la energía de las personas de la organización hacia el futuro. Se caracterizan por ser personas accesibles y cercanas, que se interesan por las opiniones de los demás, valoran la sinceridad y no temen hablar de sus emociones, o de consultar a los demás para superar sus puntos débiles.
Un líder carismático debe contar con una serie de cualidades, como generar confianza, entusiasmo, energía, positivismo, capacidad de persuasión para asignar tareas y proyectos, y, por encima de todo, inspirar a los trabajadores a hacer un buen trabajo.
En momentos de crisis, este tipo de personas se ofrecen como voluntarias para identificar la situación y abordarla. Expresan sin ambigüedad lo que consideran importante, lo que valoran y lo que claramente rechazan.
Como iniciadores del cambio cultural, señala el experto de ESADE, dan nombre a los acontecimientos, comparten interpretaciones e invitan a los demás a compartir su visión. Así, crean un espacio para el diálogo y la creación de significado.