06/11/2015 · De todos es sabido que la desmotivación de tu equipo es un factor directamente proporcional a los resultados de la empresa. A mayor estimulación, mayor será la efectividad y la productividad de tus empleados, y por eso conviene que tengas en cuenta cuáles son las mayores fuentes de desánimo laboral, aportadas por la red Universia.
No tener el puesto asegurado es un elemento altamente desmotivador. Este hecho distrae altamente al trabajador, que necesita un mínimo de estabilidad para poder concentrarse en las tareas o proyectos que se le asignan.
El empleado debe tener claro el rumbo que sigue la empresa y lo que se espera de él porque le ayudará a saber hacia dónde tiene que focalizar sus esfuerzos. También es bueno que reciba estímulos positivos que refuercen su autoconfianza de cara a afrontar los retos que se le propongan.
Un trabajador que no cree en las habilidades de sus jefes o de su empresa para triunfar es imposible que mantenga su motivación. Estará más centrado en las críticas que en su quehacer diario.
Muchas empresas tienden a abordar sus problemas estructurales por partes, o por personas, sin gestionar la cuestión de manera global y colaborativa. Esto potencia la apatía de los empleados ante los conflictos.
Es una de las mayores causas de desmotivación: si un empleado detecta una falta de oportunidades laborales en su empresa, probablemente acabará por cambiar de trabajo tan pronto como le surja una nueva oportunidad profesional. Eso incluye una oferta que incluya una promoción laboral, o delegar en él proyectos más ambiciosos.
Si una persona no percibe que su trabajo aporta algún tipo de valor a la empresa o al futuro de la misma, puede terminar con la moral minada, incapaz de proponer ideas o acciones que beneficien al equipo.
Para bien o para mal, el trabajador ha de saber que se reconocerán o penalizarán de algún modo las acciones destacadas o altamente mejorables. Si conoce las consecuencias positivas o negativas a su rendimiento, se sentirá más estimulado para buscar la excelencia y evitar errores de peso.
La falta de comunicación tiene un enorme poder desestabilizante, y en este sentido, una empresa en la que sus empleados se informan mayoritariamente a través de rumores debido a la falta de transparencia de sus directivos, acabará por ver afectados sus resultados empresariales, o peor aún, los índices de retención del talento.
Un clima turbio entre compañeros solo sirve para acrecentar los sentimientos negativos del empleado, y acaba por contagiar a todo el equipo.
Si el empleado recibe un encargo pero no las directrices, los recursos o la autoridad necesaria para llevarlo a cabo, acabará por sentirse frustrado y, en consecuencia, desmotivado.