4 lecciones sobre liderazgo del Brexit

22/07/2016 · Ha pasado casi un mes de la votación del pueblo británico sobre la permanencia o salida del Reino Unido de la UE, pero las consecuencias de la victoria del Brexit aún siguen muy presentes en el imaginario político, social y también empresarial. Aún quedan muchos interrogantes e incertidumbre respecto a las implicaciones de esta decisión, pero después del schock inicial, ya se pueden extraer conclusiones y valiosos análisis acerca de cuáles fueron los mayores éxitos y fracasos de la campaña por el sí y el no. Desde la óptica del liderazgo, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, lejos de entenderse como un éxito o un fracaso, es una muestra de cómo un buen o un mal líder puede influir en la dirección de un país. Aprender qué hicieron los protagonistas pueden servir de guía en el mundo empresarial y a nivel personal a mejorar las capacidades como líder.

“El voto del Reino Unido para salir de la UE es una llamada de atención. Es el resultado de algunos fallos importantes en el liderazgo de la UE, del primer ministro británico, David Cameron y del líder de la campaña, Boris Johnson”, afirma George Bradt en un artículo publicado en Forbes.

¿Cuándo existe el liderazgo?

La primera lección que se ha aprendido tras el “Brexit” es que sólo hay un líder si hay otros dispuestos a seguirle.

Y es que antes de la votación, fuentes de la Unión Europea pudieron conocer de primera mano los argumentos de los partidarios de la salida del país de Europa, así como el alcance de esta opinión, pero hicieron caso omiso y no creyeron que verdaderamente acabaran por salir de la Unión Europea.

Merkel cometió el mismo error con el Reino Unido que los británicos hicieron con sus colonias americanas. Se olvidó de que, a largo plazo, las personas tienen voluntad propia e independiente de la corriente mayoritaria, y lo que aún es más importante: a veces, canalizamos la frustración o las quejas hacia las instituciones con el único canal directo que tenemos: el voto.

Un propósito colectivo

Si trasladamos esta lección a la esfera personal o empresarial, el liderazgo consiste en inspirar y permitir a otros a hacer su trabajo para lograr un propósito significativo y gratificante que sea compartido por todo el equipo.

En este sentido, la segunda lección del Brexit acerca del liderazgo es concentrar los esfuerzos en una misión claramente definida con unos objetivos.

La historia bélica ha demostrado que hay que planificar una buena estrategia antes de lanzarse a campo abierto en una batalla. Cameron “regaló su posición” en el momento en que prometió celebrar un referéndum general sobre la salida o permanencia en la UE. Eso liberó a la voluntad general que ya no estaría sometida al control de las decisiones del Parlamento británico.

Una vez anunciado el referéndum como la mayor vía de expresión democrática, los políticos partidarios de la permanencia en el Reino Unido cometieron uno de los mayores errores de campaña respecto a sus adversarios: no comunicar unos mensajes claros y cohesionados.

En este sentido, y a nivel particular, hay que distinguir entre lo que es importante y lo que no, y enfocar los esfuerzos sabiendo que no siempre se puede ganar todas las batallas, pero sí decidir en cuáles “se deja uno la piel” para intentar ganarlas.

No todos podemos liderar

No todos podemos liderar: depende de las competencias de cada uno y de su preparación.

Nadie midió las consecuencias de una salida de Reino Unido de la Unión Europea, así como los pasos a seguir de ser afirmativa la respuesta del pueblo británico, lo que demuestra una falta de evaluación de la situación previa al planteamiento del referéndum.

No había ningún plan tras apelar al artículo 50 para salir formalmente a la UE, sobre cómo renegociar los acuerdos comerciales o de cómo hacer frente a la inmigración, y, según Forbes, esta es una parte de los motivos por los que Boris Johnson, el antiguo alcalce de Londres, optó por no postularse para Primer Ministro británico en sustitución de Cameron.

A nivel profesional, hay que asegurarse de tener planes de contingencia para los contratiempos inesperados. Dice el dicho popular que “en el país de los ciegos, el tuerto es el rey” sobre todo si no se tiene un plan.

Cuando apelar a la emoción supera a los argumentos racionales

Johnson y otros líderes hicieron un trabajo “magistral” para convencer a la gente de que la mejor opción era quedarse fuera de la UE. Como Carmine Gallo señaló en Forbes, los políticos siguieron la línea de un mensaje simple e hicieron conexiones emocionales con los votantes, apelando al glorioso pasado del imperio británico y centrar las críticas en los inmigrantes.

El argumento emocional fue el hecho de mantener al Reino Unido a salvo de los inmigrantes, que tratan de robar los puestos de trabajo, y de los burócratas de la UE. Argumentario que se impuso a ideas más racionales por parte del gobierno sobre el bienestar económico a largo plazo que supondría permanecer en la UE. Por tanto, a la hora de elaborar un discurso se deben tener en cuenta las vinculaciones emocionales y racionales de una misma cuestión, y no olvidar nunca que, entre razón y emoción, es ésta última quién suele acabar ganando la batalla.

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