La adquisición de competencias digitales no elimina la discriminación laboral

08/03/2019 · A menudo, la inclusión digital -entendida como la democratización del acceso a las tecnologías de la información y la comunicación y, por tanto, la adquisición por parte de todos de competencias digitales- es vista como una herramienta que permite generar un capital humano capaz de hacer frente a los retos del mercado laboral, y de contribuir a la igualdad de oportunidades en el acceso a los recursos laborales, educativos y de participación social en la red. Sin embargo, según revela la investigadora Lídia Arroyo, esto no siempre es suficiente para garantizar el crecimiento económico en igualdad de condiciones.

Lídia Arroyo, investigadora del grupo GenTIC del centro de investigación IN3 de la UOC, considera que en Internet "las brechas aumentan cuando se utiliza para mejorar el perfil profesional" y que "son las personas más formadas, en especial los hombres, los que más se benefician de Internet para cursar formación en línea, acceder a la información y participar en la red".

Esta afirmación, que forma parte de la tesis doctoral que Arroyo ha realizado sobre los efectos de la inclusión digital de las mujeres en su posición en el mercado de trabajo, cuyas conclusiones aparecen recogidas en el estudio de progreso de la Fundación Alternativas y en el libro 'Technologies of Labour and the Politics of Contradiction' (2018), parten de un análisis que la experta ha realizado de las políticas TIC de España y de la Unión Europea, de los datos estadísticos sobre el uso efectivo de Internet y de los resultados de un estudio cualitativo realizado sobre una muestra de 32 mujeres en edad activa y en una posición desfavorecida en la esfera digital y el mercado digital, que participaron en un curso para adquirir capacidades digitales para encontrar trabajo.

¿Es la inclusión digital una garantía de crecimiento económico, en igualdad de condiciones?

Según revela la investigadora, los datos de inclusión digital en España son ligeramente superiores a los de la media de los países de la Unión Europea, en todos los grupos de edad y niveles de estudios, a excepción de los hombres jóvenes y las mujeres de más de 55 años. Sin embargo, explica que "al compararlos con las tasas de paro, se observa que las de España son dramáticamente superiores a las de la media europea -entre los jóvenes españoles, por ejemplo, la tasa de paro es del 48%, mientras que en la UE es de un 20%-, lo que demuestra que una elevada inclusión digital no garantiza más crecimiento económico en igualdad de oportunidades".

El estudio también revela que Internet tampoco promueve la formación a lo largo de la vida entre la gente mayor y con menos nivel educativo, y que no es una vía de mejora del nivel de formación de las personas con estudios medios o bajos, sino que, por el contrario, "tiene un efecto multiplicador en la adquisición de conocimientos por parte de personas con un nivel elevado de estudios", según apunta Arroyo.

Todo ello pone en evidencia que "las desigualdades de género, nivel educativo y edad se trasladan a los usos de Internet vinculados al ámbito laboral, en el que se reproducen las relaciones de poder en todos los ámbitos de la sociedad", concluye.

Obstáculos que la adquisición de competencias digitales no puede superar

Por otor lado, furto del análisis de los resultados del estudio cualitativo efectuado sobre una muestra de 32 mujeres de entre 26 y 61 años —de las cuales tres cuartas partes tenían más de 45—, en una situación socialmente desfavorecida, la experta indica que la inclusión digital no les conlleva una mejor posición en el mercado de trabajo, pero sí las empodera en tanto que las hace confiar más en las propias capacidades personales y profesionales y promueve su autonomía.

Asimismo afirma que, de la muestra, aquellas mujeres que estaban en el paro destacaron que hay obstáculos que la adquisición de competencias digitales no puede superar, como la discriminación por razones de edad, género o nacionalidad que existe en el mercado de trabajo, así como la incompatibilidad de los horarios laborales con las responsabilidades familiares o el nivel de formación que requieren las ofertas de empleo.

Así pues, la investigación de Arroyo concluye que a pesar de que la inclusión digital no se traduce en un mayor crecimiento económico en igualdad de oportunidades, es necesario diseñar programas de inclusión digital que promuevan usos estratégicos de Internet para la población más desfavorecida, además de programas en el ámbito de la ocupación y la educación, que permitan detectar otras competencias básicas, no-digitales y transversales que requieran los sectores productivos de cada región del Estado. Estas políticas han de coordinarse con otras políticas sociales para evitar la discriminación por motivos de edad, género o país de procedencia.

TAGS: UOC | era digital

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