En la guerra máquina-hombre, ¿quién vencerá?

02/11/2018 · Los profesionales de la mayoría de sectores están preocupados sobre los efectos que tendrá la implantación de sistemas robotizados y automáticos en sus espacios de trabajo. Razones no les faltan puesto que los avances en programación están permitiendo que las máquinas puedan realizar tareas que, hasta ahora, se creía que serían incapaces de asumir, como por ejemplo la selección de talento, llegando a incluso a incluir el proceso de entrevista.

Las ventajas que la tecnología está generando en las empresas son claras: mejores ritmos productivos (algunos inalcanzables para la mano humana) y, por ende, mejores márgenes de venta. A pesar del obstáculo que supone su inversión e introducción en la organización, ya son pocas las compañías que se resisten a implantar estos nuevos sistemas en muchas de sus áreas. De hecho, uno de los ámbitos que se creyó a salvo era la atención al cliente y, sin embargo, las máquinas llevan años implantadas en él, permitiendo derivar -de forma automática- las consultas realizadas al área específica: devoluciones, reclamaciones, asistencia técnica etc.

Del mismo modo, dentro del área de recursos humanos, también se han empezado a introducir tecnología, dirigida a agilizar el proceso de criba de perfiles profesionales. No obstante, no sólo se han implementado a razón de una mejora de la gestión de datos, sino por la capacidad analítica que presentan estos nuevos sistemas. Una habilidad que ha comenzado a aplicarse en otros procesos donde, tradicionalmente, se requería ‘trato humano’, como es el caso del proceso de entrevista. Así, ahora son los softwares avanzados los que, en algunos casos, llegan a hacer las entrevistas a los candidatos de forma telemática, logrando analizar sus expresiones en un texto o sus rasgos faciales, para conocer qué tipo de personalidad tiene y cómo se ajustaría a la plantilla de la empresa.

Por tanto, el temor que dicha transformación está generando en el plano laboral no es infundado. No obstante, pese a sus detractores y aquellos que opinan que el impacto será negativo, siendo las personas las que pierdan la batalla frente al empleo en la era tecnológica, hay quienes defienden que, como su propio nombre indica, se trata tan solo de un proceso de cambio y readaptación de las empresas, quienes deberán procurar un equilibrio entre máquina y hombre.

En este sentido, los expertos apuntan hacia un aumento del empleo, el cual superará a la destrucción conllevará la implementación de tecnología. Asimismo, aquellos puestos de trabajo donde las tecnologías se hagan presentes, deberán adaptarse y destinar nuevas funciones al equipo humano, que a su vez deberá aprender a manejar y cooperar con las máquinas. Por ello, son muchos los que apuntan hacia la importancia que la formación continua tendrá en el futuro del empleo.

Algunos de estos profesionales que se muestran optimistas son los economistas Daron Acemoglu, del MIT, y Pascual Restrepo, de la Universidad de Boston (Artificial Intelligence, Automation and Work), quienes en un estudio confirman que la automatización traerá consigo una mejora de la productividad, debido a que “al reducirse el coste de producción, se reducirán los precios de un gran número de bienes y servicios, lo que aumentará la riqueza de las sociedades y su demanda”, y en consecuencia del empleo, el cual superará al “efecto de desplazamiento” que dicha tecnología también generará.

No obstante, el matiz viene al hablar de la calidad de la tecnología implantada, puesto que, según el estudio, son “las tecnologías mediocres” las que deben preocupar, ya que suponen incrementos mínimos de la productividad, es decir, “aumentos de productividad suficientes para desplazar trabajadores, pero no lo suficientemente importantes para incrementar sustancialmente el bienestar de los que consumen estas tecnologías”, explica Luis Garicano, director del Centro de Economía Digital del IE Business School y responsable de Economía y Empleo de Ciudadanos, en un artículo.

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