España, en el puesto 21 de 28 a nivel europeo en adopción de prácticas de RRHH de alto rendimiento

Ahora bien, ¿condiciona este nuevo escenario empresarial la forma en que las empresas vehiculan sus políticas de Recursos Humanos? Esta misma pregunta se la plantearon Alberto Bayo Moriones y Pedro Ortín Ángel, firmantes del artículo Lo que los responsables de Recursos Humanos españoles podrían aprender de Europa, publicado hace tan solo unos días en The Objective. En él, los autores destacan cómo "creer de verdad en el valor de los trabajadores implica un enfoque particular en los diferentes ámbitos de la dirección de recursos humanos".

¿Qué significa esto? Para ellos, simplemente, "otorgar poder de decisión al trabajador" o, lo que es lo mismo, "adoptar políticas y prácticas de alto rendimiento que otorguen al trabajador poder de decisión en su actividad diaria" a través de prácticas como "el rediseño de puestos de trabajo, la implantación de mecanismos de participación y la alineación de intereses mediante prácticas de remuneración que conectan el salario con los resultados y fortalezcan el vínculo con la empresa proporcionando seguridad en el empleo, carrera profesional y formación". A su parecer, el uso de esos tres grupos de prácticas "da lugar a efectos sinérgicos, ya que permite simultáneamente la mejora de las habilidades de los trabajadores, un mayor grado de motivación y un incremento de las oportunidades en las que poder poner en práctica esas mejoras en capacidad y esfuerzo".

La realidad de los RRHH en España

Para evaluar cuál es el estado de madurez de los RRHH españoles, Bayo y Ortín hacen referencia a la investigación realizada a partir de la información proporcionada por la Encuesta Europea de Condiciones de Trabajo y la Encuesta Europea de Empresas. En ella, se analiza la realidad de la dirección de recursos humanos en España desde una perspectiva internacional.

Nuestro país se encuentra en el puesto 21 de 28 países, una posición cercana a la de Italia, Croacia y Bulgaria, situándose más cerca grupo de países menos avanzados en este ámbito -Polonia, Chipre, Portugal y Grecia- que de los países de cabeza -Finlandia, Dinamarca y Suecia-.

Según se desprende de las investigaciones citadas, y en palabras de los autores, España "sale especialmente malparada en seguridad en el empleo, perspectivas de carrera profesional y formación en el trabajo". Destaca asimismo en la adopción de prácticas de alto rendimiento, algo que comparte con el resto de Europa, especialmente entre 2010 y 2015. En cambio, todavía queda camino por recorrer, señalan, "en prácticas de organización del trabajo como la autonomía en el puesto, la rotación de tareas y el trabajo en equipo".