31/03/2020 · Cultivar, atraer y retener una fuerza laboral cualificada es clave para fortalecer la competitividad y lograr la prosperidad a largo plazo, en especial en un escenario como el actual, cada vez más automatizado y digitalizado y en el que elementos como la Inteligencia Artificial, la robótica y otras nuevas tecnologías redefinen constantemente los desafíos que gobiernos, empresas y sociedad en general deberán afrontar en el medio y largo plazo. Esta capacidad es la que precisamente evalúa desde hace 32 años la escuela de negocios IMD, que evalúa anualmente los métodos utilizados por un total de 63 países para desarrollar, atraer y retener el talento profesional.
En la última edición del ranking, dada a conocer el pasado mes de noviembre, la parte superior de la tabla la ocupaban economías europeas de pequeño y mediano tamaño. Todas ellas compartían asimismo unos altos niveles de inversión en educación y una calidad de vida superior a la media.
El podio de la clasificación lo ocupan Suiza, Dinamarca y Suecia. Los dos primeros países lo lideran por séptimo año consecutivo, mientras Suecia avanza cinco posiciones hasta cerrar el Top3 gracias al incremento de la inversión en educación y la priorización de la atracción y retención de talento en el sector privado. Por detrás, se sitúan Austria y Luxemburgo y, ya a cierta distancia, y a excepción de Estonia y Lituania, las economías de Europa del Este se ubican en la mitad inferior de la tabla.
Durante la presentación del ranking, el profesor Arturo Bris, director del Centro de Competitividad Mundial IMD, señaló: "La mayoría de las economías líderes enfatizan el desarrollo de talento a largo plazo al enfocarse en la inversión y el desarrollo. Sin embargo, este énfasis va más allá de los aspectos puramente académicos para abarcar la implementación efectiva de los aprendizajes y la capacitación de los empleados. Tal enfoque asegura una alineación consistente entre la demanda y la oferta de talento."
Nuestro país desciende un peldaño con respecto a la edición de 2018 y se sitúa en la mitad del ranking, ocupando la posición 32. Este retroceso puede deberse a la caída de su puntuación en los indicadores referidos al gasto público en educación por estudiante (39º), la tasa efectiva del impuesto sobre la renta personal (28º) y la disponibilidad de mano de obra cualificada (31º).
Según los resultados del estudio, las fortalezas más destacables de España serían la efectividad de las infraestructuras sanitarias (11º) y la baja exposición a la contaminación por partículas (12º), así como la calidad de vida (16º), mientras que también se ponen de manifiesto algunas debilidades relativas a la motivación de los empleados y las habilidades lingüísticas (56º), entre otras.
En lo relativo a Inversión y Desarrollo, España ocupa el puesto 35, gracias a la mejora en la implementación de los aprendizajes (35º) y la priorización de la formación de los empleados (47º). En el factor Atractivo, España se sitúa en la posición 22, mejorando tres posiciones con respecto a 2018. Sin embargo, este indicador también muestra algunas debilidades en lo relativo a atracción y retención de talentos como un elemento prioritario en las empresas (53º) así como la motivación de los empleados (45º). Dentro del factor Preparación, ocupa el puesto 41, un puesto por debajo del alcanzado el año pasado, debido a bajos niveles en lo relativo a conocimientos de idiomas según las necesidades en las empresas (56º) y el crecimiento de la fuerza laboral (49º).