04/11/2020 · Seguro que si cada uno de nosotros pensamos en nuestra experiencia laboral y por lo tanto en nuestra relación con la empresa, hay un factor común que se repite: el cambio. Cambio de responsabilidades, de horario, de supervisores, de localización, de compañeros o, incluso, cambio de la propia empresa en la que se trabaja. Resulta evidente que podría continuar ampliando este listado con infinidad de ejemplos, y es que tal como indicaron Carrie R. Leana y Bruce Barry en su estudio del año 2000, debemos considerar el cambio como un proceso natural en la vida laboral de cualquier trabajador.
Cuando el cambio es percibido como negativo por quienes lo padecen, se vuelve un verdadero quebradero de cabeza. Una lucha interna entre lo racional y emocional que llevan al trabajador a buscar diferentes estrategias de afrontamiento, muchas de ellas relacionadas con el rechazo directo a la situación que provoca el propio cambio.
Y si en un contexto normalizado el cambio juega un papel cotidiano en la vida laboral, qué decir en un contexto de pandemia, en el que no solo se ha puesto en jaque al sistema de sanidad mundial, sino también a su economía.
En el informe del pasado 23 de septiembre de la Organización Internacional de Trabajo (ILOSTAT), se refleja que a consecuencia de la crisis sanitaria ha habido una disminución de un 17,3% de las horas trabajadas en el segundo semestre de 2020 respecto a las de 2019, lo que equivale aproximadamente a 495 millones de empleos a tiempo completo. Solo en nuestro país, según fuentes del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, durante los primeros meses de la declaración del estado de emergencia, casi 3,4 millones de trabajadores se vieron afectados por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). ¿Cuántos cambios organizacionales esconden estas crudas cifras?
No solo hay que contemplar el drama de los negocios que han tenido que cerrar o de quienes se han quedado en el paro, también debemos tener en cuenta las dificultades que surgen para quienes deben continuar en su puesto, aunque este ya no sea exactamente el mismo que al inicio de la pandemia: menos personal, conciliación del teletrabajo con la familia, reducción de variables, entre otros.
Así que inmersos en estos procesos de cambio, los trabajadores transitan, la mayoría de ocasiones sin saberlo, por un proceso de duelo, afirma Cristian Castillo, Doctor cum laude en Administración y dirección de empresas, Máster en Ingeniería de organización industrial e ingeniero técnico en electrónica industrial por la Universidad Politécnica de Cataluña, y actualmente es profesor lector de los Estudios de Economía y Empresa por la Universidad Oberta de Catalunya (UOC).
Y es aquí donde juega un papel fundamental la identificación de las diferentes fases por las que puede transitar un individuo durante un cambio organizacional cuando este es percibido como negativo. Solo así, siendo capaces de identificar estas fases, se estará más cerca de poder superar el duelo. Estas fases, tal y como recogimos en el artículo “The six emotional stages of organizational change” (2018) y, por desgracia, hoy en día tan vigentes, son:
Durante esta fase la persona es incapaz de reconocer la situación que está viviendo, asociándola con una situación temporal y que nada tiene que ver con ella. Además, tiene un sentimiento de cabreo constante que le hace estar más irritable. Por cualquier cosa salta. Existe tensión y se puede llegar a generar malestar con el resto de personas que conforman el grupo de trabajo.
En esta fase la persona es consciente de la situación que se está viviendo y busca elementos internos que le ayuden a superarla emocionalmente. Por ejemplo, se repite constantemente frases como: “todo esto irá bien”, “al final conseguiremos salir”, “ánimo, esto es por un tiempo y al final todo será como antes”, etc. Es una fase de auto-convencimiento constante, en la que uno mismo busca elementos a los que aferrarse.
En esta etapa se experimenta un sentimiento de vacío y tristeza por la situación vivida, y la persona se acaba rindiendo ante ella. Se pierde el deseo de seguir adelante. Nada tiene sentido y se acude al trabajo sin motivación.
Durante esta fase la persona está constantemente revisando su puesto de trabajo, se pregunta si realmente quiere seguir en la organización. Se llega incluso a buscar o postular por otras ofertas de trabajo. En muchas ocasiones no se decide por el cambio por circunstancias personales o por la situación socio-económica del momento. Se tiene claro que no se quiere continuar.
Esta es un momento de no retorno y es cuando la persona definitivamente decide abandonar la organización, comunicándoselo a la empresa y marchándose de ella. Ésta es una forma de superar el duelo, buscando un nuevo comienzo en otra empresa.
Al igual que en la anterior etapa, ésta es de no retorno y consiste en reconocer de forma sincera la situación y aceptarla, sin buscar culpables y asumiéndola. Es un proceso de adaptación a la nueva situación, sin resignación.
Por lo tanto, durante un proceso de cambio cuando se percibe como negativo, se podrán transitar, con idas y venidas, hasta por cuatro fases: negación e ira, negociación, depresión y revisión, existiendo así dos fases más de no retorno. Es decir, que una vez se llega a ellas se finaliza el proceso de duelo: deserción y aceptación.
Y ahora que ya conoces las seis etapas del cambio, ¿te identificas con alguna de ellas?