Laura Martín,
Técnico de Garantía de Calidad (BPL) en Cambium y graduada en Química en la
Universitat de Barcelona
04/04/2016 · Desde que se graduó en Química por la Universitat de Barcelona, Laura Martín se ha ido haciendo un hueco en el mercado laboral a base de talento, esfuerzo y positividad. Es técnico de Garantía de Calidad (BPL) en Cambium SL desde hace poco más de un año, aunque antes ya había trabajado como asistente de investigación y becaria para IRIS. Durante su etapa como estudiante Laura siempre destacó por su brillantez académica, habiendo obtenido notas excepcionales y una beca de estudios de la Generalitat de Catalunya. Apasionada del baile y los viajes, Laura reconoce haber madurado personal y profesionalmente gracias a sus distintas experiencias laborales y nos cuenta su proceso de crecimiento a través de esta entrevista.
Llegué a la química casi por casualidad. El trabajo, la perseverancia y la positividad me han llevado hasta donde estoy. Si me gustaran los tatuajes, posiblemente llevaría tatuada la palabra esfuerzo. Intento compaginar el trabajo con bailar y viajar, mis dos grandes aficiones.
Antes me hubiese gustado ser una de esas personas (como muchos compañeros míos) que tenía claro a qué me quería dedicar. Seguramente me hubiese librado de muchos quebraderos de cabeza. Pero por suerte o por desgracia, no lo fui. Estudié una carrera que me gustaba, pero no tenía una vocación concreta. El último curso resultó un poco incierto para mí, decidiendo si quería seguir estudiando (máster) o si, por el contrario, quería entrar en el mercado laboral.
Finalmente, me decidí por dar el salto al mundo profesional. Debo reconocer que al principio me daba un poco de miedo, puesto que muchos nos decían que debíamos seguir estudiando y especializarnos. Pero yo estaba un poco saturada después de tantos años estudiando y necesitaba un cambio.
Mi primer trabajo fue en la empresa en que realicé mi trabajo de fin de grado. Cuatro meses después de graduarme, pude entrar en la plantilla y empezar a aprender lo que era realmente trabajar. Dado que este trabajo estaba muy lejos de mi actual residencia, busqué otros empleos. Cinco meses más tarde, me llegó la oportunidad de incorporarme a mi actual empresa. Es un trabajo totalmente diferente y que desconocía, pero que ha resultado en un campo que me gusta mucho.
Reconozco que a día de hoy prefiero la vida profesional que la de estudiante. La principal ventaja es que la vida estudiantil no acaba nunca: vas a clase y estudias, cuando llegas a casa estudias, el fin de semana estudias… Por el contrario, la vida laboral (al menos en el campo en que yo estoy) se acaba una vez acabas tu jornada. Luego tienes tiempo libre. Es algo que realmente aprecio.
Sin embargo, no descarto reincorporarme a estudiar en el futuro (ya sea máster, posgraduado, etc.). Siempre es bueno mantenerse actualizado.
He madurado muchísimo. Ya sé que eso es lo típico que dice todo el mundo, pero es la pura realidad. Te das cuenta de la responsabilidad que conlleva el trabajo que realizas, que tus acciones tienen consecuencias para la empresa (y para ti indirectamente) y que el trabajo en equipo es básico.
En mi caso, me ha hecho cambiar mucho mi mentalidad. Creo que la palabra sería adaptabilidad. En la universidad era muy autoexigente y me estresaba con frecuencia. En mi primer empleo en IRIS también me pasó lo mismo. Yo misma me autobloqueaba cuando el trabajo no me salía bien. En cambio, cuando empecé en mi actual empleo, decidí hacer un cambio de chip y tomarme las cosas con más calma. Me adapté, intenté ver la parte positiva y decidí que no me iba a anular a mí misma.
Me ha costado varios años, pero creo que al final lo he conseguido. Como decía una antigua profesora mía: “Te tienes que aprender a perdonar”. No todo va a ser todo perfecto a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera. Pero no necesitamos que sea perfecto. Simplemente hay que creer en uno mismo y el resto ya viene solo.
Mientras estudiaba quería graduarme y conseguir un buen trabajo. A poder ser de posición alta y bien remunerado.
Ahora que estoy en el mercado me doy cuenta de que, aunque aspiro a esas cosas, soy más realista. Mis objetivos han cambiado.
Quiero un trabajo en el que esté cómoda y que me satisfaga. A día de hoy, prefiero eso a estar en un empleo en el que la remuneración sea elevadísima pero que me suponga un estrés y un continuo desasosiego. Me gusta haber podido encontrar el equilibrio entre reto y tranquilidad.
A la hora de aceptar un trabajo mis tres prioridades son:
Creo que las redes sociales son un canal muy activo y útil para encontrar trabajo. Es súper importante mantener un currículum actualizado, irse reciclando y mantener los contactos que hayas podido hacer a lo largo de tu trayectoria.
Además ofrecen una vía extra. En muchas de estas redes, a través de una persona, puedes llegar a otras que no conoces. Esto abre un campo de posibilidades que no tienes con los medios convencionales, ya que los contactos profesionales son importantísimos.
“Futuros graduados químicos: Tened paciencia y sed perseverantes”. Sé de primera mano el estrés que puede generar el futuro. Sobre todo, si aún es incierto. Pero el esfuerzo tiene su recompensa. Es importante ser perseverante y no desanimarse si al principio no consigues pasar los procesos de selección o si las entrevistas no son perfectas. ¡Hay que seguir buscando!
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